miércoles, 22 de agosto de 2012

Morelia, Mich. México, 27 de Mayo de 2003.

La noche otra vez, fue fría, me abracé a la almohada, como si me abrazara a tu pecho cálido, me falta tu protección, tus caricias, tu mirada. 
Son deliciosos estos días, no me agrada estar sola, pero no quiero estar con cualquier persona. 
La clase está algo aburrida, tengo sueño y aún es temprano, después de esta clase, a las ocho, tengo tiempo libre, el maestro se sentó a mi lado, así que ahora no me podré dormir en clase. 
Cuando esta clase termine, me iré al café a ver si despierto un poco, leyendo un libro, no sé, tal vez alguien me acompañe con alguna charla interesante, o quizá sólo me siente a pensar en tus ojos, tratar de imaginarte aquí. 
Terminó la noche, también la clase y ahora sólo camino sin rumbo fijo. 
He llegado a una plaza, la plaza Valladolid, estoy parada en el centro de ésta, donde hay una fuente, es de las más grandes de la ciudad, eso creo, aquí en esta plaza se llevan a cabo muchos de los conciertos gratuitos, aquí estuvo Oscar Chávez y durante ese concierto pude ver el eclipse de luna. Lo chido de esta ciudad es que la gente casi no corre, aún. 
A seis cuadras de aquí, está mi escuela. Se me antoja una dona con chocolate, pero una de dos, o tomo mi café o como dona, difícil elegir, pero me tomaré mi café. 
A Morelia casi no le falta nada, hay muchas plazas, iglesias, un acueducto, una hermosa catedral, artistas, artesanías, arte, pseudoescritores como yo, cafés, museos, escuelas, le faltas tú. 
Ahora sí voy a caminar hacia el café, sigue la clase de coro, así que voy para allá. 

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