miércoles, 15 de agosto de 2012

Morelia, Mich. México, 9 de Noviembre de 2002.

Una petición.

Me da miedo que me dejes, me da miedo no poder conocerte, no tenerte a mi lado, la distancia me duele, no sabes cuánto, me dan miedo tus palabras, y me dan miedo las palabras que he escrito para tí. 
¿Puedes detener mis lágrimas?. Los días que no hablamos fueron eternos y lo peor es que tampoco podía ver la luna, las noches estuvieron nubladas y sin tus palabras. 
Escribí para tí, el 3 de noviembre... 
Mis ojos brillan cuando sé que estás ahí, y tengo nada, tengo unas palabras que se vuelan, una sonrisa que se adquiere con tu saludo, una mirada anhelante. Yo sé que estás, pero no estás, que la distancia es el punto exacto de nuestro imposible y que el viaje hacia tí es largo. 
Es mejor no recibir tu abrazo, es mejor no sentir tu caricia, mejor no sentirte a mi lado, pues siempre alguien se tiene que marchar y siempre alguien extraña más. 
Ya lo dije un día, no debemos remover las cosas que no podrán ser, y entre esas cosas se encuentra este tú y yo. 
Mis esperanzas no son positivas, mi experiencia ha dictado a la razón, la razón dirige mis actos y el corazón no quiere dolerse en otra decepción. De ahí que no acepte tus abrazos, de ahí que no quiera sentir una caricia de tus labios, para no amorcillar el corazón, para no dejarlo desangrar. 
Es mi gran deseo tocarte, mi sueño besarte, mi anhelo abrazarte, mi ilusión mirarte, mas, he sido débil y he puesto los ojos en el vano querer. 
Y todo esto se resume y concluye en el miedo de amar otra vez y no ser amada. 

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